Neurobiz

El niño invisible: cuando el buen comportamiento esconde una necesidad emocional

21 de agosto de 2025

Desde el inicio de la vida, la expresión emocional está puesta en escena: el llanto que aparece cuando sientes hambre es un ejemplo. Como seres humanos expresamos de distintas maneras las emociones, aún no teniendo el lenguaje que nos permite colocar en palabras las sensaciones (un hueco en el estómago, palpitaciones aceleradas, temblor en las manos, tensión en los músculos). Acompañado de esa expresión innata viene también la corrección y guía cultural de cómo es la mejor manera de dar a conocer lo que sentimos, de lo correcto vs lo incorrecto, de lo amable y lo no amable. Entonces, empezamos a generar aprendizajes que favorecen nuestro rol social.

Para algunos niños, satisfacer al grupo social puede ser más fácil que para otros, el temperamento (tendencia conductual innata) tiene mucho que ver en esto. Cumplir con los
acuerdos o reglas, hacer menos ruido, obedecer, ser educado, no demostrar emociones intensas son algunas de las características que se pueden observar.

Entonces, es esencial analizar que muchas veces estas características niegan la libertad de la persona de cuestionar, preguntar, dudar, escoger e inclusive de conocer un poco más sobre sí misma. En estos ejemplos me refiero a los extremos, en los que por frecuencia e intensidad una conducta se convierte en poco funcional.

Los “niños invisibles” hacen referencia a aquellos niños y niñas cuyo comportamiento se inclina hacia lo pasivo, hacia una tranquilidad que permanece en el tiempo y en las distintas situaciones que se viven, inclusive cuando lo regular o esperado sería la presencia de un desborde, del llanto, de la expresión de la incomodidad.

La expresión emocional es natural, parte del desarrollo integral de toda persona. El no tenerla de manera adecuada fomenta un procesamiento inadecuado de sensaciones y emociones que aparecen ante los diversos estímulos, además de que interfiere con el autoconocimiento del niño.

A continuación, detallo conductas que deben de tomarse en consideración:
– Su hijo o hija se muestra más callado de lo normal, antes compartía ciertas anécdotas o situaciones de su día, pero en los últimos días prefiere permanecer callado/a.
– Se aísla casi siempre o siempre de las interacciones sociales con niños o adultos.
– Se muestra sin motivación, sin energía, parece no importarle si hace o deja de hacer una actividad de su predilección.
– Deja de jugar o compartir con otros niños de su edad o contemporáneos.
– Ante situaciones en las que se puede mostrar triste o enojado/a, expresa seriedad o poca importancia por lo que le sucede.

Si algunas de estas conductas son observadas, recomiendo:
– Fomentar espacios de juego e interacción entre los niños y sus adultos significativos (padres de familia). El tiempo que se le da a los niños es fundamental tanto en cantidad como en calidad (evitar las distracciones en lo que sea posible).
– Escuchar y observar con atención no solo en el entorno en casa, sino también en diversos espacios que entran en la rutina del niño o de la niña.
– Realizar actividades con otros niños, amigos de su hijo/a para incentivar el juego libre y espontáneo.
– Revisar que su hijo/a mantenga una rutina de sueño y alimentación adecuada. Esto se puede revisar y pedir orientación con profesionales de estas áreas.
– Mantener un diálogo con los profesores o la institución educativa, para así conocer cómo lo observan en su entorno social.
– En caso de que la conducta se intensifique o no se den cambios en corto plazo (2 semanas), buscar ayuda con un profesional de la salud mental.

Autora:

Ps. Cl. María Consuelo Mendoza

Redes:

Instagram: @psconsuelom – @mapaeducacion.ec

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

noticias destacadas

El niño invisible: cuando el buen comportamiento esconde una necesidad emocional

Ver noticia completa >>

El cuidador y su valor en el acompañamiento oncológico

Ver noticia completa >>

El liderazgo regenerativo: cuando liderar es sanar

Ver noticia completa >>

Protagonistas en la fragilidad: Ser niño o adolescente con un diagnóstico terminal.

Ver noticia completa >>

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *